Vuelo cometas con las manos plateadas de luna

placentaria

atada al cordón umbilical de los sueños

Seguidores

viernes, 15 de junio de 2018

EN EL NOMBRE DEL MAR DE LA ARENA Y EL VIENTO



En las noches, cuando la oscuridad despliega su manto diamantado, en las playas, donde un palacete se deja morir de mengua, las olas impertérritas siguen acariciando la arena por los siglos de los siglos.

El mar ha visto esas costas muchas veces, en su ir y venir infinito, las ha divisado solas, pobladas, alegres y grises en los días de lluvia, las ha contemplado erguirse y desmoronarse, pero nunca su memoria azul ha olvidado al hombre de barba que se quedaba esperando inmóvil la luz, acompañado de sus muñecas de trapo.

En las noches de luna llena, el mar eleva sus olas para buscar aquel hombre y su compañera, pero solo la luz titilante del palacete, o la oscuridad le susurran que ya no han vuelto
Fue una noche, hace mucho tiempo atrás, en que ellos corrían en la soledad de la playa pescando luceros, y gritaban sus nombres cada vez que los encontraban en la espuma que se rompía en la arena. Luego el mar vio como ella, descansaba debajo de un uvero, y él se detuvo de pronto, mirándola bañada de la luz que se colaba por las ramas, y le dijo en un susurro “quédate así Juanita” y ella se quedó inmóvil, allí, bajo el uvero, bañada de luna.

La arena, fue la que le contó al mar que el hombre de barba pintó a Juanita bajo el uvero, y ella estuvo, quieta, como una diosa de cobre, hasta que el sol los encontró a ella dormida y a él pintándola hasta que, otra luz, surgió en la línea que quiebra el horizonte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario